¿Dónde meto mi dinero? Esa es la pregunta que se hacen todos los ahorradores. Los productos financieros en los que invertir los podemos dividir en:
- Productos de renta fija
- Productos de renta variable
- Productos mixtos
- Fondos de inversión
- Derivados
En los productos de renta fija el inversor conoce a priori la rentabilidad que le va a producir su dinero. Los más habituales son las IPF en los cuales el banco reporta una rentabilidad monetaria o en especie por mantener el dinero del inversor. También tenemos la Deuda Pública producto de gran liquidez y bajo riesgo. Las cédulas hipotecarias y las obligaciones y bonos aunque ofrecen buenas rentabilidades pueden quedar más lejos del pequeño ahorrador debido al plazo y en el caso de las cédulas da un poco de terror que el respaldo sean los activos bancarios.
Por otro lado tenemos los productos de renta variable, las inversiones en bolsa. Si vemos un gráfico del IBEX del último año:
A la vista de estos gráficos o somos unos grandes gurús de la bolsa capaces de mover nuestros ahorros diariamente en busca de los rebotes o mejor pensamos en otras inversiones. La bolsa ya no es el lugar en el que depositas tus ahorros y a medio plazo ya obtienes rentabilidades muy positivas. Ahora mismo el peor lugar en el que puede depositar su dinero el pequeño ahorrador sin asumir riesgos.
Si hacemos ua mezcla entre una IPF y una inversión bursatil nos encontramos con los productos mixtos, donde la estrella en nuestros días es el Depósito Estructurado. Un depósito estructurado no es una imposición con un plazo fijo, parte se invierte con una rentabilidad fija y parte se invierte en función de la Bolsa o en función de alguna condición que establezca la entidad que contrata el depósito. Con los tipos tan bajos el aliciente que ofrecen estos productos es que es posible obtener unas rentabilidades muy por encima de los tipos, pero también es posible asumir pérdidas. En todo caso tanto los beneficios como las pérdidas están limitados. Puede parecer un producto interesante, pero han de informarnos bien de los riesgos que se corren al contratarlo y sobre todo no creerse que su rentabilidad estará al doble del Euribor, eso será mentira.
Los fondos de inversión han sido la gran estrella en los últimos años y son los que «peor prensa» tienen ahora mismo (merecida). Los fondos son instituciones de inversión colectiva; si juntamos muchos ahorradores (participes) y creamos una gestora que maneja el patrimonio de los ahorradores invitiéndolos en distintos activos financieros tenemos un fondo de inversión. Las ventajas que ofrecen a los pequeños inversones están en el acceso a activos financieros sofisticados, el acceso a estos activos los realiza un profesional y mayores volúmenes implican menos costes y mayores rentabilidades. Los fondos podemos traspasarlos, tienen una buena liquidez ya que podemos vender nuestras participaciones sobre el patrimonio y sobre todo tienen unas «incomodas» comisiones que no nos contó el comercial de nuestra oficina bancaria. Además tampoco nos contó que el fondo no sólo invierte a renta fija, ya que observamos que su valor liquidativo va bajando. Cuando le preguntamos sobre ello al comercial, éste nos responde que es una situación coyuntural y que a la larga nuestro dinero está perfectamente invertido y podremos disponer de él como en el caso de Lehman, o el caso de Banif Inmobiliario; no se hace referencia a Madof porque a mi me preocupa el pequeño ahorrador.
En fin, los fondos no parecen la mejor solución para el ahorrador pequeño, verdadero motor de la economía. Otros productos financieros son los Derivados. Los futuros, las opciones, los warrants y los certificados. Quedan fuera del alcance del pequeño inversor y además hay que ser valiente para atreverse a contratar un producto que traslada el riesgo entre agentes con muy poco control.
Con estos productos ¿qué podemos hacer si tenemos 60.000 euros ahorrados? En la siguiente entrega intentaremos simular una cartera con pocos riesgos.